Sara, sueños de campeona
La gimnasta rítmica ilicitana con síndrome de down, Sara Marín, ocho veces campeona de España, prepara su primer campeonato internacional
Sara es menuda, una de esas personas pequeñas que tiene la grandeza de llenarlo todo. Su madre, María José, habla de Sara llena de ella. Llena también su gimnasio de toda la vida, el Club Deportivo Algar, donde gracias a Sara existe a día de hoy un grupo de integración en el que entrenan personas con algún tipo de discapacidad. Sara llena el tapete donde sigue entrenando, sumergida en un mundo único y exclusivo, el suyo, una tarde cualquiera de febrero, en el pabellón municipal de El Toscar.
Sara Marín es una ilicitana de 19 años con síndrome de down y probablemente sea la gimnasta rítmica más destacada en la historia de la FEDDI (Federación Española de Deportes para personas con Discapacidad Intelectual). No ha ganado un campeonato de España, ni dos, ni siquiera tres. Desde que se subiera al primer escalón del podio en 2008, en Madrid, no se ha bajado de él. Lleva ocho años consecutivos proclamándose la mejor del país. Sara es una monstrua sobre el tapete. Poca gente en Elche lo sabe. “Claro, es que no es fútbol”, ironiza su madre, María José Fernández. Y no le falta razón.
Cuando Sara nació a su madre se lo pintaron todo negro. “Que si no iba a tener musculatura, que si los down son hipotónicos, que no iba a pronunciar la erre, que no iba a hacer esto ni esto otro”, recuerda María José y reconoce que no podía imaginar entonces la de sorpresas que le daría su hija quien, sentada al lado, escucha atentamente y con los ojos bien abiertos a su madre.
– ¿Y cuándo empezaste a hacer gimnasia, Sara?
– A los tres años
– ¿Por qué gimnasia rítmica?
A Sara, una campeona nata, le vence la timidez, cuesta arrancarle las palabras. Su hermana mayor, Lidia, practicaba gimnasia rítmica y ella empezó a imitarla muy pronto. “Como la tata, como la tata, decía, y se ponía la pierna aquí y allí”, cuenta María José. Así que un día decidió llevarla al gimnasio. Al principio era un juego pero pronto comenzó a destacar. “Era muy flexible, de hecho su postura más cómoda para sentarse es con las piernas abiertas y la barriga apoyada en el suelo, ¿verdad?”. Y Sara estira y abre las piernas como si fuera de goma.
Corría el año 2004 cuando Titi, la entrenadora del Club Algar, propuso que Sara participase en el Veo Veo, aquel programa que presentaba Teresa Rabal sobre niños y niñas talentosos. Preparó un dúo junto a otra niña, “La chica ye-yé” y se llevaron el premio especial del jurado durante dos años consecutivos. Ese montaje del Veo Veo fue precisamente lo primero que representó en un campeonato de España de gimnasia rítimica en el que competía su hermana y en el que Sara pudo hacer una exhibición. Fue determinante. “La gente las aplaudió un montón, salieron por la mañana y por la tarde y cuando acabaron se me acercó una señora y me preguntó si era su entrenadora.
– No, soy su madre –le dijo.
– ¿Tú sabes que tu hija puede competir?
Esa pregunta abrió un mundo. “No sabíamos que una niña con discapacidad podía competir. La mujer me explicó que ese año el campeonato de España era en Torrevieja y me dijo que hablaría con el presidente de la FEDDI, pero que la edad para comenzar a competir eran los 11 años y a Sara le faltaban todavía tres. Que Sara estaba preparada para competir ya, me dijo”.
En Torrevieja, Sara volvió a triunfar con su exhibición –todavía fuera de la competición oficial-. “Allí había gente también de la federación valenciana y me dijeron que, mínimo, tenía para seis años de campeona de España. ¡Sí, hombre!, pensé yo. Y fíjate.”, dice María José. El próximo 12 de marzo, Sara podría convertirse en su ciudad, Elche, en campeona de España por noveno año consecutivo.
– ¿Recuerdas el primero que ganó?
– Uffff, me pasé una hora llorando… Todavía lo hago, cada año. Cuando dijeron campeona de España Sara Marín, yo lloraba y lloraba.
– ¡Y tanto! –interviene Sara- Yo la calmo a mi madre para que esté tranquila.
– Cuando va a salir me pongo más nerviosa que ella, ella dice que nunca se pone nerviosa en un campeonato.
– A lo mejor ese es tu secreto, ¿no? – le pregunto.
– No sé…
Para este próximo campeonato nacional, Sara está preparando un ejercicio con mazas, el aparato que le falta, pues ya ha sido dos años campeona con cuerda, dos con pelota, dos con aro y dos con cinta. Además, aparte de los ocho campeonatos en individual, ha ganado otros cinco en la modalidad de colectivo y ha sido reconocida por el Consejo Superior de Deportes como una de las mejores deportistas femeninas discapacitadas a nivel nacional. Como dice su entrenadora, Titi: “Sara nació sobre el tapete”.
El reto: competir a nivel internacional
¿Y cómo seguir superándose cuando ya se ha tocado techo a nivel nacional? Ahí es cuando empiezan los problemas. “No hay nada”, lamenta su madre. “La gimnasia rítmica no está incluida en los paralímpicos, no hay campeonatos mundiales ni europeos federados, todo es a nivel privado, y es una pena”, explica.
Las gimnastas rítmicas discapacitadas están especialmente olvidadas a ese nivel. Por eso, cuando María José descubrió que este mes de julio se celebran en Florencia (Italia) los Trisome Games, la primera Olimpiada para personas con síndrome de down no se lo pensó dos veces. La inscribió. Sara Marín está emocionada con la perspectiva de competir fuera de España por primera vez. “Es la única opción que nos queda, buscar este tipo de campeonatos no federados”, admite. Pero precisamente por el hecho de no ser federados resultan más costosos, es la familia quien tiene que hacerse cargo de los gastos de Sara y el equipo técnico necesario (entrenadora e intérprete) para acudir a Italia. “Estoy buscando patrocinadores que nos apoyen para poder ir. He conseguido alguna empresa, pero todavía no es suficiente”, comenta María José, esperanzada con la posibilidad de que su hija –que hace rato abandonó la conversación y ahora hace piruetas con el aro- pueda vivir esa experiencia.
De Italia esperan traerse no solo alguna medalla más. Ir allá les dará la oportunidad de hablar directamente con gente de otras federaciones en distintos países. “Es importante porque si las federaciones nos unimos tendremos más peso a la hora de reclamar un mayor reconocimiento a nivel oficial para este deporte”, destaca. Para, por ejemplo, reclamar que se incluya en las Paraolimpiadas y que Sara pueda, algún día, cumplir su sueño de ser olímpica.
Publicado en la revista EL TALADRO